ACCIONES vs ALTCOIN

¿Qué es más rentable, invertir en acciones tradicionales o en criptomonedas?

Ésta es una de las cuestiones que trae de cabeza actualmente a inversores de todo el mundo. Lo cierto es que, en el panorama actual, las nuevas tecnologías están tomando por asalto el mundo de las finanzas y de las inversiones, hasta el punto de haber creado un sólido competidor del mercado de capitales clásico.

Y es que si miramos cualquier gráfica que compare el crecimiento de acciones de empresas como Amazon, Google o Facebook con el crecimiento de, por ejemplo, Bitcoin, en los últimos cinco años, observamos que la tendencia de la criptomoneda indica mayor solidez, fiabilidad a largo plazo y mayor propensión a devolver beneficios a sus inversores.

Pero, ¿qué es exactamente un Altcoin? Para aclarar esto, vamos a repasar algunos conceptos relacionados con este concepto. En primer lugar, este término hace referencia a una criptomoneda cuyo software esté basado en el blockchain, o construcción en bloques, y cuya estructura proviene de otra moneda virtual.

De hecho, su nombre es la fusión entre las palabras “alternative” y “coin” (en español, “alternativa” y “moneda”), ya que, en efecto, es una variación o una alternativa de otra criptomoneda. La importancia de las Altcoins reside en su papel descentralizador del mercado de las criptomonedas, ya que cada poco tiempo nace una nueva moneda con nuevas funcionalidades que compite con Bitcoin y entre ellas, de manera que los desarrolladores y la comunidad siempre deba mantenerse activa.

Uno de los grandes enemigos del éxito de las criptomonedas como objeto de inversión ha sido siempre su gran volatilidad. Lo cierto es que, desde la aparición de la primera moneda virtual en 2009, la inestabilidad de las mismas generaba desconfianza tanto en el mercado como entre las entidades financieras, y además, atraían a Front-Runners e inversores que inflaban el valor de la moneda para luego venderla a precios surrealistas, haciendo caer su cotización de la noche a la mañana.

A todo esto había que sumarle las desventajas de la estructura sobre la que se levantaban las criptomonedas, en su mayoría con procesos de minado abiertos y fáciles de realizar, provocando una disminución de su valor intrínseco y de capitalización de mercado.

Pero en los últimos años han tenido lugar varios cambios en el paradigma de la moneda virtual que, como se ha mencionado anteriormente, han reducido de manera drástica su volatilidad, y por ende, la desconfianza de entidades e instituciones en ellas.

En primer lugar, el comportamiento impredecible de las criptomonedas que derivaba principalmente de su número ilimitado, y de la posibilidad de que éstas fueran minadas, está desapareciendo debido a que se están eliminando estas características del software; de hecho, las monedas actualmente más estables y con mayor capitalización de mercado son las que cumplen estos requisitos.

Un ejemplo podría ser Ripple, que a pesar de no tener un valor intrínseco muy alto (1.26 USD) es la tercera moneda con mayor capitalización de mercado ($ 49.407.127.958 USD). Ripple fue concebida con un número cerrado de monedas, y con una estructura interna que imposibilita su minado. El resultado: alianzas sucesivas entre la plataforma y distintas entidades (Moneygram, Banco de Tokyo-Mitsubishi,…) que muestran la gran confianza que han generado estas modificaciones en el código de las monedas.

Lo interesante de este fenómeno es que se establece un quid pro quo entre las entidades y las plataformas de Altcoins; los softwares ayudan a las empresas en términos de seguridad y rendimiento, y éstas, con su confianza, devuelven el favor a las criptomonedas elevando su cotización sin poner en peligro su independencia y descentralización.

Pero la importancia de la criptomoneda como inversión va más allá de su valor intrínseco; el interés de un Altcoin reside sobretodo en su capacidad de llevar a cabo operaciones financieras independientes de un órgano central de manera mucho más segura, pues el movimiento de las monedas virtuales está autorregulado por su propia comunidad, y además, los nuevos software cuentan con una tecnología anti-hackeo como nunca antes se ha visto.

Asimismo, las criptomonedas son capaces de llevar a cabo transacciones a velocidades mucho mayores que la de los servicios de transferencia tradicionales. Esta es la razón por la que muchos bancos están desarrollando un gran interés en ellas, además de otras razones. Por tanto, una criptomoneda tiene un valor doble; posee un valor propio como moneda fiduciaria, que puede ser mayor o menor según sus características específicas y su situación en el mercado de valores, y además constituye una herramienta financiera muy valiosa al funcionar como canal digital para efectuar pagos de manera descentralizada, ya sea entre particulares, entre entidades, o entre ambas.

Lo cierto es que la carrera entre las Altcoin y las acciones tradicionales la va ganando la primera, pues gracias a errores pasados, cada nueva moneda que surge la hace más fuerte, con estructuras de software más seguras y desde estrategias más organizadas y controladas por los desarrolladores.

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