El concepto de intercambio híbrido

Desde su génesis, una de las cuestiones más singulares del mundo relacionado con las monedas virtuales ha consistido, precisamente, en los protocolos y estructuras para la realización de operaciones financieras sobre las que se sustentan los softwares de las propias criptomonedas.

De hecho, cuando Bitcoin fue creada, lo que más atrajo la atención a los usuarios fue el hecho de que, por primera vez en la era moderna, se había creado una moneda fiduciaria que no dependía de autoridades o de terceros; las transacciones se llevaban a cabo en redes de pares (peer to peer), creándose así la primera divisa fuera del control del sistema monetario regulador tradicional.

Los entornos en los que estas monedas operan y pueden ser intercambiadas por otras divisas son las conocidas plataformas de intercambio. Cada plataforma posee requisitos operativos distintos; hay algunas que permiten intercambios entre criptomonedas y divisas estandarizadas (USD/BTC, ETH/EUR, etc), y otras que sólo lo permiten entre monedas virtuales.

Los sistemas descentralizados suelen funcionar a través de protocolos de garantía multi-firma llevados a cabo por los miembros de la propia comunidad, que son los que habilitan las transacciones de sus iguales.

Por esta razón, la ventaja más evidente del sistema de intercambio descentralizado consiste en la tranquilidad que genera no tener que poner en manos ajenas los capitales de uno, pues es muy posible que la entidad de intercambio tenga intereses sobre el dinero que no son compartidos por su dueño.

Otra característica positiva de este tipo de protocolo, con respecto a las plataformas centralizadas, es la privacidad que proporciona al usuario durante las transacciones, ya que los únicos que tienen conocimiento de los datos personales y de la transacción en sí son los que participan en la propia operación.

Por último, los servidores de los sistemas descentralizados están estructurados en nodos, lo cual garantiza que los servidores casi siempre estarán activos, pues en la mayoría de las ocasiones habrá alguien (un nodo) que podrá confirmar la transacción.

Esto último puede ser algo positivo, pero también puede jugar en contra del usuario. Si la plataforma es lo suficientemente extensa, es casi imposible que haya problemas de inactividad.

Pero para sistemas descentralizados pequeños, el hecho de que siempre deba haber alguien conectado para aprobar una operación puede llevar a interrupciones mucho más largas que las que se pueden dar en un sistema centralizado, atrasando transacciones y demás operaciones.

De hecho, a pesar de que el espíritu de la criptomoneda esté más ligado a los sistemas descentralizados, los sistemas centralizados de intercambio de criptomonedas presentan ciertas ventajas. Y es que aunque para muchos las plataformas centralizadas son sólo una extensión más de los bancos y de las instituciones, y las ven absolutamente incompatibles con el concepto básico de las criptomonedas, vamos a proceder a exponer ciertas características que merecen consideración.

En primer lugar, la estructura de los sistemas de intercambio centralizados suelen ser más fáciles de usar, pues el ente centralizador se encarga de proveer a los usuarios de cierta organización y ciertos servicios, un trabajo que más tarde se retribuye a través de comisiones y tasas aplicadas a las operaciones de los particulares.

Esta es también la razón por la cual estos sistemas cuentan con herramientas y funciones en general más desarrolladas que las que ofrecen las plataformas descentralizadas. Por último, estas plataformas suelen contar con una gran liquidez, especialmente si la autoridad que las rige es una gran entidad que gestione grandes cantidades de capital, como es el caso de la moneda RSCoin, expedida por el banco central de Inglaterra.

Habiendo expuesto las características de cada tipo de sistema, uno podría pensar que son incompatibles entre sí; nada más lejos de la realidad. Existe la posibilidad de coger las mejores características de cada sistema, y fusionarlas para dar lugar a lo que se conoce como “intercambio híbrido”.

Con las ventajas de cada protocolo, los sistemas de intercambio híbridos (mezcla de centralización y descentralización) son la mejor apuesta para aquellas plataformas que desean atraer tanto al usuario medio como a inversores institucionales.

Este es el caso de la plataforma Legolas Exchange, que combina las funciones propias de ambos sistemas para sacar así el mejor partido de ambos mundos: mayor seguridad, simplicidad en su uso y liquidez…

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