Son cómplices pero no por lo que dices. Perdona tanto rollo pero me tiras mucho de la lengua .
Existe el mal absoluto, aquí estamos de acuerdo, pero no es porque la sociedad poco a poco se haya ido concienciando de ello. Lo que consideramos malo hoy fue malo siempre. Ya la Biblia te enumera las maldades y es un libro de miles de años: no matarás, no adulterás, etc. Son los mismos males que tenemos hoy. No hemos evolucionado en absoluto en este sentido. Las normas sociales siempre han impedido el daño al prójimo. Yendo aún más atrás, tenemos el ejemplo del código de Hammurabi que recogía los delitos y los respectivos castigos para una pacífica convivencia (el primer requisito para una sociedad próspera). Los delitos siguen siendo los mismos hoy, sólo los castigos se han ido transformando.
Lo que ha variado entonces es el tratamiento y la forma de combatir el mal. Aquí es donde yo discrepo contigo. Yo no creo que el Estado, que es el que diseña las leyes, sea capaz de regular bien la convivencia. El Estado no tiene cerebro, no distingue entre el bien y el mal. Los jueces están a sueldo del Estado, o sea, son otros tornillos más en una superestructura mecánica y obedecen directamente a él. No son mediadores porque no son ninguna casta a parte y deberían serlo.
Dentro de su estupidez el Estado pone más y más leyes prohibitivas y dice que lo hace por el bien de todos; porque el Estado somos todos nosotros, no? Pues, las teorías filosóficas/económicas de sociedades tipo comunistas (vamos otra vez en esta dirección) que dicen que cuando todo es de todos entonces todos cuidamos de todos, están condenadas al fracaso. Resulta que cuando todo es de todos es que no es de nadie. Te lo digo porque hasta los 15 años viví en el comunismo. A ti no te parece sospechoso que nos cueste tanto dinero el mantenimiento de la sanidad y educación públicas, aparte de todos los funcionarios y de las infraestructuras? No te parece importante abaratar los impuestos? Pues, la clave está en la justicia y la tenemos en la banda contraria.
Está bien que castiguen a los violadores y asesinos, pero de paso, hacen que yo no pueda conducir con abrigo y con tacones, o que tenga que pagar arreglos tontos de mi coche porque me obliga a obedecer a las extravagantes exigencias de la ITV. Si no ponemos freno a la máquina, acabaremos creyéndonos que un médico es médico porque lleva bata blanca, o que una escuela educa porque se llama escuela. Con tanta normativa que escupe la maquinaria y con el beneplácito del pueblo (masa gris sin identidad, un bulto que sólo sirve para hacer estadísticas) se está anulando el criterio propio de los individuos y hace que todos sigamos la raya blanca como imbéciles, sin pensar porqué la raya está allí. O que paremos en los semáforos de peatones porque están rojos a las tres de la madrugada cuando ni dios pasa y podrías continuar sin poner a nadie en peligro. Lo hacemos porque los semáforos no piensan, están programados y porque la multa que te cae, o sea el castigo, te deja temblando. La tecnocracia iguala a las personas y a las situaciones, pero que quieres que te diga, yo no soy bulto.
Para terminar, siempre ha existido una clasificación de delitos por grados. No es lo mismo un asesinato que una infracción de tráfico. Créeme, sé distinguir entre un asesino malvado y un delincuente circunstancial. No discuto que no sepamos diferenciar el bien del mal por intuición, yo digo que del mismo asunto hay muchos extractos y no quiero quedarme en la superficie.