Durante años, generaciones de cazadores, nuevos y viejos, experimentados y novatos han escuchado la profecía de “Tothemoon”.
Según los ancianos de la tribu, encargados de transmitir el conocimiento a la siguiente generación, “Tothemoon” es un evento que alcanzará nuestra paupérrima humanidad algún día, cuando habrá tantas manadas para cazar que no daremos abasto. Según esto, será un episodio que marcará nuestra existencia como especie ya que será tanto el valor de las presas que cobraremos que nuestras mentes se dislocan de solo intentar imaginarlo.
Segun la profecía, habrá señales de que se acerca “Tothemoon”, y para ser sincero, los cazadores siempre estamos atentos de estas señales queriendo adelantarnos para aprovechar cuando llegue este momento. Lo esperamos con tanta ansia y durante tanto tiempo que forma parte de nuestra genética ya, el tal ansiado “Tothemoon”.
El caso es que desde hace algunas semanas empezaron a ocurrir cosas extrañas. Grandes manadas nunca antes vistas empezaron a aparecer. Inmediatamente, muchos empezaron a gritar “tothemoon, tothemoon, tothemoon”, recordando inmediatamente la profecía.
Raudos y veloces, el grupo de cazadores novatos e inexpertos nos lanzamos a las sabanas en busca de las manadas. Pero siempre llegábamos tarde y solo encontrábamos una gran cantidad de huellas; miles de huellas, como nunca antes habíamos visto. Luego, sonaban los tambores avisando que habían visto otra gran manada y salíamos como locos en esa dirección pero volvíamos a llegar tarde. Solo huellas y mas huellas.
En el estupor y la ansiedad porque llegábamos tarde y ya sentíamos que nos íbamos a perder el “tothemoon”, empezaron a sugerir que debíamos buscar al “Gran Blanco”. El gran blanco es un toro albino mitológico que, según la leyenda, dará inmensas riquezas al que logra cazarlo. De pronto, ya estábamos todos contagiados por la algarabía de cazar al “gran Blanco”.
Volvían a sonar los tambores avisando que habían visto otra gran manada y salíamos como locos en esa dirección pero ahora ya no veíamos las miles de huellas porque estábamos muy ocupados buscando los rastros del “Gran Blanco”.
Y volvían a sonar los tambores avisando que habían visto otra gran manada y salíamos como locos en esa dirección, con el mismo resultado: en las miles de huellas ningún rastro del puto “Gran Blanco”.
Y así hemos estado días y días hasta que anoche, cansado de ir de allá para acá sin encontrar al puto “Gran Blanco”, me detuve y me dije a mi mismo:
- “…Mi mismo, tu es que eres mu tonto. No eres mas gilipollas por gilipollas…”
En ese instante, tuve una revelación cuasi religiosa: ví a Elsa Pataki, así como la trajo el espíritu al mundo, con solo una hojita de parra en su chum…ahí, en su cosita y con un cartel que decía:
- “Mamón, fíjate en las huellas, en las miles de huellas que ves. Deja de buscar lo que no ves, gilipollas”.
Inmediatamente, me aleje del grupo porque había mucho ruido y no me dejaban pensar en el mensaje de la visión.
Así que decidí ir un paso atrás.
volvían a sonar los tambores avisando que habían visto otra gran manada y salíamos como locos en esa dirección y, mientras mis compañeros seguían buscando los rastros del “Gran Blanco”, yo empecé a fijarme en las huellas.
Hoy he cobrado una buena pieza y parece que mis compañeros se han dado cuenta de que, por lo menos en este momento, hay que fijarse en las huellas. El “Gran Blanco” ya aparecerá cuando tenga que aparecer. En resumen, llegamos a la misma conclusión, solo que ellos no vieron a Elsa Pataki, así como la trajo el espíritu al mundo, con solo una hojita de parra en su chum…ahí, en su cosita.
La moraleja de la historia y la lección aprendida es:
Cuando te quedes afuera de una gran subida, no te obsesiones en encontrar las señales de “The Big Short”. Ciñete al sistema y haz caso de las señales que hay, aunque no se trate de “The Big Short”. Lo que ves es lo que ves y, si no lo ves, por algo será.
Desconozco si estas son las señales del cumplimiento de la profecía de “Tothemoon”, pero ante las dudas y grandes manadas, tu dedícate a seguir las huellas y cobrar piezas.
Ay, mi Elsa pataki…si no fuera por ella…
