En el canal del Periodista mexicano Rubén Luengas (Telegram: Contact @eltiempoentrenoticias) leí una noticia sobre algo que dijo Klaus Schwab recientemente. En esencia dijo: “Nadie estará a salvo hasta que esté vacunado” (👉 KLAUS SCHWAB SIGUE CON LA POLÍTICA DEL MIEDO: «NADIE ESTARÁ A SALVO HASTA QUE ESTÉ PINTXADO» 😡 – Euskalnews)
Me dejó pensando en muchas cosas leer eso.
Para empezar, pensé ¡qué tiempos tan extraños estamos viviendo! Tiempos en el que filántropos y economistas dan recomendaciones y vaticinios apocalipticos sobre aspectos de inmunología y virología mientras que inmunólogos y virólogos que no coinciden con “lo oficial” son censurados, acosados y ridiculizados.
También recordé el cuento de Blanca Nieves. Nunca fue mi cuento favorito tal vez porque me desesperaba mucho que Blanca Nieves actuara tan inocentemente (la inocencia a veces puede ser confundida con la estupidez).
¿Cómo es que no se daba cuenta de que esa mujer anciana era en realidad una bruja?
¡Era tan obvio!
Y, además,la insistencia de que tomara y mordiera la manzana no era normal.
Si alguien me ofrece tan insistentemente algo que yo ya dije que no quiero o que no necesito, y hace todo por convencerme de que eso es lo mejor que podría hacer, al menos sospecharía de la nobleza de sus intenciones. Pero no, Blanca Nieves, presa de una quasi-inocencia, no cuestionaba la autoridad (ni la intención) de la anciana y mordía la manzana.
Ahora, ¡a dormir en un estado de coma hasta que el príncipe la rescataba!
¿Cómo me iba a gustar?
Es horrible ese cuento.
Habla de una total falta de conciencia y de poder personal (de acuerdo, eso no lo comprendía así en la infancia, pero igualmente no me agradaba).
Bueno, pues Herr Schwab me recuerda a la bruja. Insistentemente presionando para que los inocentes acepten un producto que con escasos 16 meses de ser usado ha demostrado que no confiere protección y que, además, tiene el perfil de seguridad más bajo (comparado con cualquier otra vacuna, aprobada y usada actualmente) de la historia, clamando que es la única forma de salvarse.
¿Salvarse?
¿De un virus con una letalidad por caso de menos del 0,2% y contra el cuál una parte substancial de la población ya cuenta con protección real?
¿Será que el humano promedio del siglo XXI es tan o más inocente que la Blanca Nieves de los hermanos Grimm?
El asunto es que no creo que el arquetipo del Principe salvador nos ayude demasiado en estos momentos.
Cada uno de nosotros necesita volverse responsable de su propio despertar.